Probablemente es el sueño de todo niño que se sube por primera vez a un kart. Fórmula Uno, el olimpo al cual acceden sólo un puñado de elegidos, elevados a la categoría de contemporáneos gladiadores que, cada domingo de carrera coquetean con el peligro a velocidades imposibles de imaginar. Y esa cima sagrada a la que apuntan los esfuerzos y las ilusiones de miles de jóvenes en todo el planeta posee un altar que transmite una suerte de irresistible magnetismo: la Scudería Ferrari. Esta es la historia de un hombre cuyo apellido evoca sonido de motor, olor a gasolina y la imagen misma de la gloria.
Dicen que cuando “Il Commendatore” Enzo Ferrari tenía 10 años, su padre lo llevó a ver una carrera de autos. Desde ese día dejó de lado sus aspiraciones de ser cantante de ópera para aprender el oficio de la mecánica con el deseo oculto de subirse algún día a un coche de competición. Ese día llegó cuando Enzo tenía 21 años. A bordo de un Alfa Romeo corrió la Parma-Poggio quedando cuarto. Nada mal. Luego vinieron otras carreras incluyendo la legendaria Targa Florio y en no pocas oportunidades se subió a lo más alto del podio. Pero lo suyo estaba en la preparación de los coches.
Para 1929 era el jefe de la división de competición de Alfa Romeo, pero su temperamento inquieto lo llevó a fundar la Scudería Ferrari el primero de diciembre de ese mismo año. Tal vez en ese momento, él no lo sabía, pero Enzo Ferrari había dado el soplo de vida al equipo más famoso de la historia del automovilismo.
Trabajando para Alfa Romeo, don Enzo había conocido al amor de su vida, Laura Dominica Garello con quien se casó y tuvo a su primer hijo a quien bautizó como Alfredino, pero al que todos llamaban simplemente Dino. El niño fue diagnosticado con Distrofia Muscular de Duchenne y sólo vivió 24 años.
Atacado por la desgracia en su vida personal, su creación automovilística contrastaba la balanza con su éxito en el asfalto. Sus máquinas rojas con el célebre escudo del “Cavallino Rampante” fueron escribiendo en cada curva una historia de grandeza que difícilmente podrá ser igualada por algún contrincante.
A lo largo de estos 95 años de existencia, Ferrari ha ganado 15 campeonatos de pilotos, 16 de constructores, 243 carreras. Ha logrado 231 pole positions y 802 podios. Ningún otro equipo tiene esas cifras. En sus butacas se han sentado leyendas como Fangio, Ascari, Lauda, Villenueve, Mansell, Prost, Schumacher, Alonso, Vettel y a partir del 2025 se sentará el siete veces campeón mundial Lewis Hamilton, cuyo fichaje ha provocado un sismo de regular magnitud en la máxima categoría.
En 1947, Ferrari se expandió a la fabricación de coches de producción, además de su línea de competencia. Algunos de sus modelos emblemáticos como el Testarossa, el Spider, el F40, F50, 512 Berlinetta Boxer entre otros han guiado los pasos en la evolución de los hypercars de colección.
Enzo Ferrari murió el 14 de agosto de 1988 a la edad de 90 años. Fue enterrado en el Cementerio de San Cataldo al lado de su hijo Dino. El circuito de Imola, sede del Gran Premio de Emilia-Romaña de Fórmula Uno lleva el nombre de ambos. Su apasionante vida ha sido llevada al cine por Michael Mann en una película que se estrena esta semana en el Perú y que tiene a Adam Driver interpretándolo.
Fórmula Uno. Ferrari. Leyenda de la que miles de pilotos quieren formar parte tarde o temprano, como aquel niño inglés que una tarde de 1993 se subió al kart que le había regalado su padre y aceleró hasta convertirse en el piloto que más carreras ha ganado en la historia, igualando el récord de campeonatos del mundo y que, a sus 40 años vivirá el sueño completo cuando compita al volante de una máquina roja con el escudo del Cavallino Rampante. Magia que nunca se acaba.
*Jorge Luis Garay. Comunicador audiovisual, guionista y docente universitario. Redactor de contenidos en Perú Off Road & Racing